Existes donde no llego a precipitarme.
Aquí donde las rosas nunca se marchitan, ni se congelan, ni perduran en la distancia porque no hay nada ajeno.
Te amo como lo hice sin conocerte, y te querré así hasta que muera.
La eternidad ya no es promesa.
Las promesas ya no valen.
Ya nada vale, salvo nosotros.